España saldó una deuda con la historia y por primera vez en su historia se colgó el oro en un Europeo. Lo hizo con creces, destrozando a Serbia, que pagó tanta frustración acumulada durante años. La selección había perdido seis finales continentales y tenía claro que la séptima no se le iba a escapar. Para eso se conjuraron 12 hombres sin piedad. Tenían una misión, mirar desde lo alto del podio al resto de sus rivales, y la cumplieron con una contundencia aplastante. La mejor generación de jugadores del basket español no podía tener este borrón.
La voracidad de la selección ha quedado demostrada en los últimos cinco partidos. Ha salido a exhibición por noche. En cada encuentro ha estado un poco mejor. Hasta llegar a la final, donde alcanzó el cénit de su juego. Si el Europeo durara un día más, pondrían el nivel baloncestístico en una dimensión desconocida. No ha habido un equipo en los últimos años que haya jugado como lo hizo la ÑBA en los primeros 20 minutos. El DVD de la primera parte debería ser de obligado visionado para todo el que aprecie el baloncesto y su belleza.
Fue basket total. Es lo que ocurre cuando jugadores del talento de Pau, Navarro, Rudy y los otros nueve se ponen a defender como si les fuera la vida en ello. El rival acaba desintegrándose ante tanta intensidad y tanto acierto ofensivo. A los ocho minutos, España ya habia dejado bien claro quién se llevaría el oro. Ganaba 20-7 con cuatro puntos de Pau y cuatro triples repartidos entre Navarro, Rudy, Ricky y Garbajosa.
Serbia sólo podía mirar y sufrir. Igual que Francia se quedó sin Paker y Grecia sin Spanoulis, ellos se quedaron sin Teodosic, totalmente anulado. Sólo Tripkovic era una amenaza. Insuficente ante el tsunami español, que al final del primer cuarto ya ganaba por 15 (24-9). La salida de la segunda unidad española no cambió nada. Bueno, hizo ver a Serbia la que se le venía encima. El rendimiento no bajó un ápice. Felipe se adueñó de los tableros y permitió fáciles contraataques que seguían ampliando las rentas.
Cuando Pau regresó a la cancha decidió que la final se tenía que acabar antes de irse al descanso. Con dos alley-oops y un mate comandó un parcial de 14-2 que mandó a Serbia a la lona (40-20). Los balcánicos se preguntaban si su enemigo era el mismo al que superaron en la primera jornada del campeonato. Lo era, pero no estaba al 40 por ciento como entonces sino en plenitud.
Cuando los dos equipos se fueron a los vestuarios, la final ya era de España. Casi doblaba a su rival en el marcador, lo hacía en asistencias, perdía la mitad de balones, le triplicaba en rebotes... Habían jugado a diferentes deportes. Pau Gasol sumaba cifras que para sí quisieran muchos durante 40 minutos: 14 puntos, ocho rebotes (toda Serbia había atrapado siete) y dos tapones. Ya se sabía quien iba a ganar el oro y hasta el propietario del MVP.
La segunda parte sólo sirvió para el lucimiento de un equipo que jugó incluso mejor que cuando se coronó campeón del mundo. Pese a la lógica relajación, las diferencias llegaron a ser de hasta 27 puntos (75-48). Fue justo antes de que Scariolo retirara a Pau con honores de superestrella. Puede que el futuro corresponda a los atrevidos jóvenes serbios. El presente es de Pau y de España y es de oro.
La voracidad de la selección ha quedado demostrada en los últimos cinco partidos. Ha salido a exhibición por noche. En cada encuentro ha estado un poco mejor. Hasta llegar a la final, donde alcanzó el cénit de su juego. Si el Europeo durara un día más, pondrían el nivel baloncestístico en una dimensión desconocida. No ha habido un equipo en los últimos años que haya jugado como lo hizo la ÑBA en los primeros 20 minutos. El DVD de la primera parte debería ser de obligado visionado para todo el que aprecie el baloncesto y su belleza.
Fue basket total. Es lo que ocurre cuando jugadores del talento de Pau, Navarro, Rudy y los otros nueve se ponen a defender como si les fuera la vida en ello. El rival acaba desintegrándose ante tanta intensidad y tanto acierto ofensivo. A los ocho minutos, España ya habia dejado bien claro quién se llevaría el oro. Ganaba 20-7 con cuatro puntos de Pau y cuatro triples repartidos entre Navarro, Rudy, Ricky y Garbajosa.
Serbia sólo podía mirar y sufrir. Igual que Francia se quedó sin Paker y Grecia sin Spanoulis, ellos se quedaron sin Teodosic, totalmente anulado. Sólo Tripkovic era una amenaza. Insuficente ante el tsunami español, que al final del primer cuarto ya ganaba por 15 (24-9). La salida de la segunda unidad española no cambió nada. Bueno, hizo ver a Serbia la que se le venía encima. El rendimiento no bajó un ápice. Felipe se adueñó de los tableros y permitió fáciles contraataques que seguían ampliando las rentas.
Cuando Pau regresó a la cancha decidió que la final se tenía que acabar antes de irse al descanso. Con dos alley-oops y un mate comandó un parcial de 14-2 que mandó a Serbia a la lona (40-20). Los balcánicos se preguntaban si su enemigo era el mismo al que superaron en la primera jornada del campeonato. Lo era, pero no estaba al 40 por ciento como entonces sino en plenitud.
Cuando los dos equipos se fueron a los vestuarios, la final ya era de España. Casi doblaba a su rival en el marcador, lo hacía en asistencias, perdía la mitad de balones, le triplicaba en rebotes... Habían jugado a diferentes deportes. Pau Gasol sumaba cifras que para sí quisieran muchos durante 40 minutos: 14 puntos, ocho rebotes (toda Serbia había atrapado siete) y dos tapones. Ya se sabía quien iba a ganar el oro y hasta el propietario del MVP.
La segunda parte sólo sirvió para el lucimiento de un equipo que jugó incluso mejor que cuando se coronó campeón del mundo. Pese a la lógica relajación, las diferencias llegaron a ser de hasta 27 puntos (75-48). Fue justo antes de que Scariolo retirara a Pau con honores de superestrella. Puede que el futuro corresponda a los atrevidos jóvenes serbios. El presente es de Pau y de España y es de oro.
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